Dice nuestro amado líder que su esposa fue la primera que le
animó a continuar en la presidencia; lo que implica que no debió haberle
informado de sus intenciones antes de pedirse cinco días por asuntos propios
(tres hábiles), teóricamente por amor. La conversación entre el matrimonio,
después del anuncio del periodo de reflexión, la imagino así:
— ¡Pedro! ¡¿Qué es eso de que vas a dejar la presidencia?! ¡¿Pero
te has vuelto loco?!
— Cariño es que creo que nos está desgastando mucho
humanamente.
— ¡¿Desgastando?! ¡Pero si aquí en la Moncloa estamos de
maravilla, que nos los hacen todo! ¿Te vas tú ahora a poner a fregar platos?
Porque no te veo fregando platos…
— Begoña, es que la maquinaria del fango…
— ¿Fango? Fango el que vamos a tener en casa, porque tú no
vas a limpiar y yo ni lo sueñes.
— Bueno, pero entonces tendré que limpiar la democracia…
— Vale hijo, lo que quieras, que más fácil es que limpies la
democracia que el baño.
— Bien, pero hasta el lunes no anuncio nada que he dicho que
cinco días…
— Pues muy bien corazón, si así eres feliz…Tú lo que quieres
es que griten ¡¡Pedrooooo!! Yo ya te he dicho muchas veces que no me pienso
volver a disfrazar de Heidi.
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