Cuartel general de defensa de la democracia, despacho del
mando supremo.
Entra Oscar.
— Saludos al más grande, a la leyenda, ¡¡al puto amo!!
— ¡Oscar! Ya te he dicho que no me gusta que me llames así.
Anda, levántate y bésame el anillo…¿Para qué vienes?
— Jefe, te traigo grandes noticias. Creo que te gustará lo
que he hecho…
— Uff, miedo me das.
— Cómo en este gobierno no pone nadie los huevos encima de
la mesa…perdón, perdón, quiero decir los genitales, paridad Oscar, recuerda el
curso…bueno, pues eso, como veo que nadie quiere ensuciarse, me he encargado yo
de detener la máquina del fango.
— ¡Pero Oscar, coño! Qué son cosas que decimos los
estadistas, no hay que hacer una interpretación literal. ¿Qué has hecho?
— He cerrado un montón de webs, ten, aquí tengo la lista…
— A ver…Pero…pero… ¡estos
son de los nuestros!¡Te has cargado todo la red Proverbio!
— … ¿La qué?
— Progresistas veraces y ecológicos.
— ¡Perdóneme, amado líder! En mi grupo de WhatsApp de
compañeros de EGB decían que todos estos eran muy mentirosos.
— Está bien, está bien…Sé que eres leal, pero les das material
a los enemigos de mí legítimo gobierno…tengo que alejarte de España por un
tiempo. Precisamente estoy buscando a alguien para una misión diplomática en
Palestina. Ah, creo que será mejor que viajes hasta allí en tren. Es más
sostenible.
— Lo que usted ordene señor, soy su siervo, su esclavo.
— No tengas prisa en volver, espera por lo menos tres meses.
— ¿Tres meses sin verle? No amo, no, ¡Por favor! ¡Noooo!