martes, 13 de marzo de 2018

Escribiendo una cita


“Miraba los libros que me rodeaban, esperando impacientes como un niño espera a un padre que llega con retraso. Estaba ya asumiendo que nadie iba a venir. El dueño de la librería me miraba sugiriéndome acabar con aquello, más que nada por lástima. Entonces apareció ella. Apresurada, nerviosa. Sonrió al ver que yo seguía allí.
 - Uff menos mal – dijo sonriendo y llevándose la mano al pecho – Creí que no llegaba, estaba agobiada. No sólo vengo a que me lo firme. Tenía que decirle que me ha encantado su libro. He sentido en muchos momentos que estaba escrito sobre mí. ¡Me siento tan identificada con el personaje de Marta! No quiero ser pesada pero me pasaría horas comentando con usted la historia.
- Bueno, ya me iba a ir, podemos tomar algo y hablar lo que quieras pero con la condición de que me tutees.”
Vale, resulta un poco raro que escriba sobre mis fantasías de éxito. Pero debe decir que como éxito literario es de lo más sencillito. No sé si eso habla de mi humildad o de mi escasa ambición. Un único lector me basta, o lectora mejor.Una única beliefer. Al fin y al cabo, creo que entre mi masa de seguidores hay mayoría de mujeres. Normal, he escrito casi toda mi vida sobre ellas o pensando en ellas.  Muchas veces con la intención de que les interesase el autor detrás de la obra. El deseo de ser querido era mi mayor inspiración. Algunas veces ha dado resultado.  
Una lectora que sienta, que viva mis palabras. O que las ría. Ese es mi sueño de escritor. Bueno eso y que Javier Marías o Vargas Llosa me metan en su grupo de whatsapp de grandes escritores que desprecian al vulgo.
No trabajo demasiado en busca de ese sueño, debo admitir. Pero bueno, hoy estoy aquí, en esta librería-cafetería, pretenciosa y tranquila, con mi portatil. En casa, me despisto demasiado, miro el móvil o veo la tele. Aquí espero estar más centrado.
Aquí estoy, con mi portatil y un café, en actitud reflexiva. Me puede ver todo el que mire el escaparate, las pocas mesas no están en un lugar muy discreto. Creo que mi imagen cara al exterior falla el café. Una te con mucho colorido o un vino ofrecería una imagen más atractiva, más de escritor sofisticado.
En esas mesas expuestas, la gente que pasa puede ver a dos hombres en dos mesas. El otro hombre, más joven, bebe una cerveza pretenciosa. Consulta el móvil y mira frecuentemente hacia la puerta. Siento ya curiosidad por ver a quien espera.
Y aquí aparece. Menudo cabrón con suerte. ¡Qué mujer! El tipo de mujer al que me encantaría poder decepcionar. 
Por la manera en la que se saludan es la primera vez que se ven, al menos en persona. Una primera cita. Probablemente se han conocido en alguna aplicación de estas de solteros. Una cita en un sitio como éste, parece propio de una aplicación de búsqueda de pareja. Las conozco bien. Tienen potencial, lo malo es que uno se tiene que mostrar como una mercancía. Hacer publicidad y venderse. Pero en fin, ¿cuándo en el mundo actual no nos mostramos como una mercancía? Otras aplicaciones como Badoo, no las he trabajado nunca. No son para mí. Si me da corte utilizar una para jugar al padel con desconocidos…
Yo hago como que escribo y sigo atento la conversación. Desde el primer momento, el hombre, Marcos se llama, hace un ejercicio continuado y muy intenso de adulación. Todo lo que dice ella, Alba, le parece maravilloso. No había escucha atenta, sólo respuesta palmera inmediata.No había reconocimiento, diferenciación, comprensión, aceptación. Las personas para poder apreciar nuestra identidad y desarrollarnos como seres únicos, necesitamos oposición, la confrontación con lo distinto del otro. Se lo he leído a un filósofo surcoreano. El propósito último de este zalamero es como máximo un vulgar matrimonio.   
Yo nunca me habría comportado así. En primer lugar porque no soy capaz de alcanzar semejante grado de entusiasmo. Bueno, puede que un primerísimo momento yo también fuera complaciente, para crear un ambiente relajado y propicio para el dialógo. Pero siempre con un propósito final sincero y elevado. Y poético añadiría. Sincero, elevado y poético.
Siempre que conozco a alguien que me interesa me pregunto cómo se cuenta el mundo, y cómo describe al personaje principal de la historia, es decir a sí mismo.  
En una primera impresión creo que Alba se ve como una luchadora, como alguien que conoce las miserias de la realidad, pero que no por ello se ha amargado, ni ha perdido la esperanza de disfrutar de una vida maravillosa. Creo que se ve como alguien que pelea por ella, pero también para proteger y cuidar de los suyos. Ha dicho ahora que es camarera. Vaya, la veo desaprovechada en ese trabajo, sería más beneficiosa para la sociedad en una residencia de ancianos, por ejemplo. Alegrando con su resistente sonrisa.
Me inspira. Me la imagino en una historia en la que vive en una casa muy humilde con hermanos pequeños que dependen de ella. Se esfuerza porque en su hogar se mantenga la alegría y la calidez del cariño, aunque fuera tenga que luchar en un entorno frío, oscuro y hóstil.  Siempre se muestra llena de fuerza y de esperanza. la más fiera en el combate la más dulce en la caricia. Como la María de “Metrópolis” en ambas dimensiones de mujer con una luminosa belleza espiritual, en su misión ilusionada y firme de lograr un mundo mejor, y robot humanoide, seductor y revolucionario. La combinación ángel-diablo es muy interesante en todos los aspectos de la vida. Todavía mi Alba historia está indefinida; unas horas de atenta escucha me permitirían creala a medida.   
Ahora le toca a Marcos hablar de sí mismo. No todo va a ser hacer la pelota. “Pues nada, yo soy muy normal”…¡Por favor! ¿Puede haber una frase más fascista que esa? La gente como yo es la normal. Todos deberían ser iguales a mí. Los distintos son raros, anormales, despreciables. ¡Ojo con Marcos! ¿Te gustaría exterminar a gente como yo, verdad Marcos?
Dudo de que a ella le guste. El hombre que puede buscar Alba…uuhm es dudoso tiene que tener fragilidades para que ella pueda sentir que le cuida y le protege. Pero a la vez, para que le pueda amar como pareja, tiene que ser luchador. Algo así a lo que ocurre con la viuda negra y Hulk. Ufff, Scarlett Johansson.
Parece que a ella le hace gracias Marcos. Se ríe mucho. Bueno, creo que ya está bien. No estoy aprovechando nada el tiempo, no he escrito ni una buena frase. En vez de escritor estoy ejerciendo de cotilla patético. Me está dando bajón.
Creo que ya es hora de regresar a mi fortaleza de soledad escala click de famobil-