miércoles, 22 de noviembre de 2017

Agujero Negro

Recibir un mensaje suyo agita todo mi interior.Ver en mi pantalla su rostro anhelante de buenas noticias, escucharle relatando su situación con temor, resulta muy dificil de encajar. Responderle es aun más duro. Supone un gran esfuerzo. Tengo que conseguir calmarme. Mostrar serenidad. Y aún más difícil, transmitir ánimo, convencer de que todo ira bien.
Él es como yo un viajero solitario, un explorador del espacio. Su nave sufrió una avería y es atraído por un agujero negro, sin poder hacer nada para remediarlo. En un momento pasó de disfrutar con libertad de todo el universo a ser un prisionero de gravedad.
Me pregunta por la operación de rescate. Cada vez con mayor temor, cada vez máz derrotado. Me pregunta si sé cuando llegaran, si me informo cada poco tiempo, si me quejo por el retraso. Yo le contesto que tenga paciencia, que pronto estarán allí. Nunca me quedo satisfecho cuando termino una transmisión. Me gustaría dar un mejor consuelo, aportar algo de belleza,  de alegría. Pero no puedo, no soy capaz. No encuentro dentro de mi nada suficientemente bueno para conseguirlo.
Compartimos muchos momentos en el pasado. Me resulta duro y triste pensar en su situación. Me siento mal por no poder hacer nada. Siempre me he reprochado mi falta de valentía, pero pocas veces pensarme cobarde me resultó tan doloroso. Es verdad, que cuando reflexiono con la emoción contenida acepto que aun cuando pudiera llegar hasta él, con mis pocos medios nada podría hacer para salvarle, y si lo intentara habría una alta probabilidad de que yo también fuera absorbido por la oscuridad absoluta. Se que debo proteger mi nave, continuar mi viaje, pero aun así…
El agujero negro se ha instalado en mi pensamiento. No he perdido ganas de vivir ni deseos de disfrutar, e incluso ha aumentado el impulso de aprovechar mis oportunidades, de hacer y de experimentar. Soy más consciente del valor de cada acto, de cada instante. Pero hay una sombra, una densa sombra, siempre presente.
Cuando detengo el viaje, intento aprovechar mi tiempo, bien conociendo habitantes de planetas que nunca he visitado, bien compartiendo tiempo con viajeros amigos cuando regreso a una de nuestras bases. Juego, rio, escucho nuevas historias, y disfruto pero siempre bajo la sombra. A cada sonrisa le acompañaba una lágrima. Lágrimas que no selen a la superficie y forman corrientes internas. Sigo  leyendo, sigo pensando, sigo escribiendo, pero encuentro más alivio en actividades sin peso. La ligereza elude, al menos un tiempo la gravedad, pero no tiene fuerza suficiente para derrotarla.
Los días en los que estoy solo en mi nave, me concentro en mis tareas, en la navegación y el mantenimiento. Los ratos libre procuro acumular sensaciones agradables. Aunque es muy complicado en el espacio, intento comer siempre algo sabroso. Escucho música que da energía, veo películas y series que me aportan calidez, que me recuerdan tiempos sin preocupaciones. Pero por frecuentes que sean estas buenas sensaciones siempre hay un hueco en el que puede colarse el agujero.
Me pregunto que haría yo, que pensaría, que sentiría si me encontrara su lugar. Se seguro que me querría que me prometiesen que me dicen la verdad, como yo se lo prometo a él, pero que preferíría que me mintiesen si ello fuera necesario para que tuviera hasta el final una esperanza, algo a lo que aferrarme. ¿En que ayudaría decir la verdad? Una verdad que comunicaría la condena.
Me pregunto que haría yo si supiera que ninguna ayuda es posible. Que cuando nuestros mandos se plantearon el rescate descubrieron que ni la más rápida de las naves tenía ninguna posibilidad de alcanzar la zona y traerle de vuelta.
Que haría en el tiempo que me quedara. Solo, en mi nave, sin apenas comunicación. Quizá trataría de sacar el máximo partido a cada mensaje  de mis sentidos. O me refugiaría en alguna de mis historias favoritas. Tal vez todo sería memoria. Encontrando refugios dulces, pero también haciendo balance, con arrepentimiento, con lamento. En cualquier caso mucho mejor recordar que pensar en un breve y negro futuro.  
Pienso que por lejos que pueda llegar no encontraré el fin. Ningún sentido, ninguna respuesta que me proporcionara paz en una situación así. Nada mejor se me ocurre que continuar con mi viaje. Siempre en movimiento. Una huida indeferente al destino. Con un único propósito inmediato: buscar estrellas y otras fuentes de luz que me permitan vencer batallas a la oscuridad hasta la inevitable derrota definitiva.