miércoles, 3 de enero de 2018

El pequeño Adolfo sueña a lo grande


Adolfo era pequeño. Pequeño no sólo por ser un niño; era de reducida estatura, bastante más bajito que sus compañeros de cole. Pero a Adolfo, o Fito, o Fitin eso no le importaba. Siempre estaba alegre, aunque algunos se burlaran de él. Nunca pensaba en límites, sólo en posibilidades. Cuando no estaba jugando, o ayudando a sus padres en alguna tarea, imaginaba todo lo que llegaría a ser. Iba a ser fuerte, iba a ser listo, sorprendería a todos. Adolfo soñaba dormido y soñaba despierto, siempre a lo grande. Sus familiares y amigos contagiados de su energía le animaban, le decían: “claro que sí”, “tú puedes”, “vamos campeón”.
Entre sus sueños su preferido era llegar a jugar en la NBA. Por eso todos los años pedía a los reyes unas zapatillas de baloncesto. Un año tras otro Adolfo sufría una decepción. Los reyes le hacían regalos que reconocía que eran útiles, pero que no tenían nada que ver con lo que había pedido. Hasta que un año las pidió con tanta ilusión, tantas y tantas veces, que a los reyes no le quedó más remedio que traerle una maravillosas zapatillas.
Se apuntó al equipo del colegio. El entrenador el Sr. López al verle llegar con una enorme sonrisa, y temeroso de ser acusado de discriminación a personas con problemas de crecimiento, le aceptó con los brazos abiertos.
Entrenaba con más energía que cualquier otro. Disfrutaba más que ninguno. En todos los partidos jugaba unos minutos. Se entregaba al máximo. Al terminar, ganara o perdiera, se sentía feliz y satisfecho.
Un día después de un entrenamiento, el Sr. López le dijo que se quedará para hablar un poco con él:
“Mira Fito…estamos muy orgullosos de ti”, el entrenador intentaba sonreír pero su gesto era tenso, también su tono. “Ojalá todos se esforzaran tanto como tú. Admiro tu lucha, tus ganas. Soy tu fan por eso. Fan total. Pero en cuanto a tu juego, como te diría yo…Eh…No vales. Es así. Que quieres chaval es la verdad. Joder…¿Es qué tu te has visto? Es que eres muy bajito….coño, eres enano…eres poco más grande que el balón. Ostia no me llores. Me cuesta decirtelo, me está doliendo más que a ti esto, pero alguien tiene que hacerlo, coño, tienes que darte cuenta que es que no sé en que piensas…no vales para esto. Igual para el fútbol si tomas las hormonas del Messi a puñaos…pero es que eres bastante torpe además, bastante manta….Si es que a ver, la voluntad y la energía genial, pero enfócalas a algo en lo que puedas valer….algo habrá…no sé…pero el baloncesto…es que además les haces comprar a tus padres unas zapatillas carísimas, tan pesado te pusiste…que sí que fueron tus padres, que tienes ya doce años chico, que estás muy mayor para seguir creyendo en los reyes, que a tu edad yo ya tenía bigote…Joder, venga, hala, vete a tu casa, y piensa en ello. Mejor deja aquí el uniforme que además te queda muy grande.”
Para Adolfo fue muy duro escuchar a su entrenador. Pero manteniendo siempre una buena actitud, decidió encontrar lo positivo, aprender la lección y dedicarse con todo empeño a alguna actividad en que pudiera triunfar aprovechando sus cualidades.
Fruto de esa determinación, Adolfo se convirtió uno de los mejores jockeys del mundo. Adolfo, el pequeño Adolfo, pudo ser leyenda,,,lástima que el alcoholismo truncara tan pronto su carrera.