FIN
Y PRINCIPIO
La ciudad para mí. Las calles vacías. Todo el mundo
en sus casas. Reunidos, cenando y esperando el momento. Ya queda poco, en media
hora escasa el año termina. Yo corro, solo, aunque siento que me acompañas.
Este año lo empezamos juntos. En el hospital. Pero
tú sonreías, y me hacías sonreír. Tú decías, “lo mejor para recuperar la
alegría cuando te sientas mal es actuar con alegría”. Yo no lo entendía. Ahora
sí. Ahora corro para tener ganas de correr. Sólo así encuentro energía para
moverme, para hacer.
Hace frío. Eso me gusta. Es una sensación intensa
que se une a las que produce correr. Sensaciones, realidad, vida en acción.
Moviéndome con un propósito, con voluntad, aunque sin pretender un sentido.
Las luces de Navidad brillan sólo para mí, un
derroche, porque yo no las disfruto, a mí me hacen daño. A ti te encantaba la
Navidad. Te gustaba regalar, te gustaba festejar. Reías, te emocionabas. Desde mucho antes de la
lotería cantabas villancicos. Yo me quejaba. Tú me decías que si era tan
gruñón, los reyes me iban a traer carbón. Antes de nochebuena ya habías conseguido ilusionarme.
Siempre me animabas. Incluso al final cuando te
costaba sonreír. Me hacías salir a correr. Me decías que yo debía luchar, como
tú lo hacías. Tú tan valiente, aún me sigues animando, aún siento tu impulso.
Corro pensando en ti como siempre lo he hecho. Te sigo imaginando esperándome
al final del recorrido, para felicitarme, para abrazarme.
Sabías que me hacía bien correr. Ahora también. No
es que me permita huir de la tristeza, pero evita que esté preso de ella. No es
que me haga olvidar; tampoco lo quiero. Pero permite que mi mente se preocupe
de seguir adelante, de continuar.
He llegado hasta el faro, corriendo por el camino de
costa. La ciudad allí abajo, lejos. Te hubiera gustado esta vista. Pero pronto
hubieras querido que nos uniéramos a la celebración. Casi te veo diciéndome:
“vamos, muévete, volvamos”. Con tu sonrisa, con tu mano invitándome a seguirte.
Sí, ya voy, es hora de volver. Regresar al mundo desde esta soledad.
Año nuevo. El tiempo no para, pero para nosotros
termina y comienza, una vez y otra vez. Pongo a cero el cronómetro. Vuelvo a
ponerme en marcha. Es un regreso, pero también es un nuevo inicio.