martes, 30 de abril de 2024

Begoña y Pedro

 

Dice nuestro amado líder que su esposa fue la primera que le animó a continuar en la presidencia; lo que implica que no debió haberle informado de sus intenciones antes de pedirse cinco días por asuntos propios (tres hábiles), teóricamente por amor. La conversación entre el matrimonio, después del anuncio del periodo de reflexión, la imagino así:

— ¡Pedro! ¡¿Qué es eso de que vas a dejar la presidencia?! ¡¿Pero te has vuelto loco?!

— Cariño es que creo que nos está desgastando mucho humanamente.

— ¡¿Desgastando?! ¡Pero si aquí en la Moncloa estamos de maravilla, que nos los hacen todo! ¿Te vas tú ahora a poner a fregar platos? Porque no te veo fregando platos…

— Begoña, es que la maquinaria del fango…

— ¿Fango? Fango el que vamos a tener en casa, porque tú no vas a limpiar y yo ni lo sueñes.

— Bueno, pero entonces tendré que limpiar la democracia…

— Vale hijo, lo que quieras, que más fácil es que limpies la democracia que el baño.

— Bien, pero hasta el lunes no anuncio nada que he dicho que cinco días…

— Pues muy bien corazón, si así eres feliz…Tú lo que quieres es que griten ¡¡Pedrooooo!! Yo ya te he dicho muchas veces que no me pienso volver a disfrazar de Heidi.

lunes, 29 de abril de 2024

Carta a Pedro...Almodóvar.

 

Estimado Pedro:

Ante todo mucho respeto. A mí algunas de tus películas me gustan, las primeras básicamente, otras me aburrieron soberanamente y otras, bastantes, no las he visto porque no me han despertado ningún interés. Pero negar que has tenido un lugar importante en la cultura española de las últimas décadas sería ridículo.

Dices que lloraste como un niño cuando leíste la carta de nuestro presidente, que para sorpresa de pocos, lo va a seguir siendo. Llorar no tiene nada de malo, por supuesto, no implica debilidad de carácter y aunque así fuera que más da. Si hay ganar de llorar se llora, y con suerte te quedas a gusto. Pero hacer exhibición del llanto, para demostrar sensibilidad y empatía, es sumergirse en el melodrama, y eso, puede que estés de acuerdo, a nivel artístico es pobre.

Dices que es inaceptable semejante castigo como el que sufre. Bueno, yo estoy de acuerdo en que sería muy bueno para todos que hubiera menos crispación, menos insultos y expresiones de odio. Pero lo planteas como si fuera algo nuevo…Puede que tu sensibilidad no estuviera tan despierta hace unos años, porque se ve que no se vio afectada por los ataques que recibieron los presidentes del PP, en especial Aznar, que fue ridiculizado al máximo, lo mismo que lo fue su esposa. No es nuevo, no. Por otra parte, este presidente como cualquier otro sufre ataques duros que son críticas muy legítimas de su conducta política; así, por ejemplo, si a alguien que miente se le llama mentiroso, tampoco hay que extrañarse tanto. Y en cualquier caso, pensar que un presidente no tiene que soportar un castigo mayor que el común de los mortales, es de una ingenuidad impropia de tu inteligencia. Damos por hecho que lo tienen que aguantar los árbitros no lo van a soportar los presidentes.

La verdad, me sorprende que consideres que se tiene que sentir destrozado por una denuncia. Precisamente si es falsa, puede estar más tranquilo; se demostrará su inocencia y saldrá reforzado. Denuncias falsas hay todos los días, y algunas afectan a personas con muchas más dificultades de defenderse. Es labor de la justicia demostrar su falsedad.

Pero lo que menos me gusta de tu carta es que para tratar de ser una encendida defensa de la democracia tiene mucho vicios antidemocráticos. Se puede criticar el mal funcionamiento del poder judicial por razones objetivas pero no por no plegarse a lo que uno desea de él.

Y lo peor es que hables de la otra España. Creo que somos muchos los españoles que estamos de lo de los bloques hasta las mismísimas criadillas. ¿Supones que debemos actuar con total fidelidad a unos colores, obrar y hablar como unidad indiferenciada, y no movernos bajo ningún concepto? ¿No puede haber españoles que sean un poco “fachas”, un poco “rojos” y a la vez aborrezcan a ambos?

Lo de la otra España suena dicho desde una superioridad despreciativa, y poco hay menos democrático que considerar inferiores a los que piensan diferente. Dices que la democracia en España es frágil, y sin embargo tu querido presidente ha presumido de todo lo contrario. Quizás es que no le encuentres el sabor democrático a que miles de personas salgan a la calle para pedirle al presidente que se vaya, bastantes más por cierto que las que se han manifestado estos días para que se quede.

Pedro, el Oscar lo ganaste y bien ganado está, pero por esta carta no esperes que te den el Nobel de la paz.  

 

lunes, 22 de abril de 2024

La falacia del cambio aislado

La falacia del cambio aislado

Cuando se habla de un (supuesto) fallo arbitral, se suele caer en la falacia del cambio aislado. Quien considera que ha sufrido un (presunto) robo arbitral suele estimar que aquello que le ha perjudicado se añadiría sin más al resto de lo ocurrido y sólo obraría en su beneficio. Así un empate a 2 se convertiría en un 3-2.Esto tiene sentido si el (…) perjuicio ocurre en el minuto 90 o añadido. Pero si eso sucede en el minuto 30, 50, o 60 es una pretensión sin sentido. Se olvida, o se ignora por interés, que si se imagina una realidad en la que se ha producido un cambio, se está entrando en un nuevo universo, en el que no puede entenderse que permanece lo que sucedió en nuestro mundo conocido. Debemos aceptar que a partir de ese cambio no tenemos ni idea de cual de las múltiples posibilidades de evolución se hubiera dado: tan factible el 1-4 como el 5-2. No sólo nos encontramos en una situación distinta; también los protagonistas cambian: hay quien se crece ante lo adverso y hay quien se acobarda al temer perder lo ganado (cholistas). 

Esto mismo nos ocurre cuando pensamos en el pasado, y nos planteamos que hubiera pasado si yo hubiera dicho o hecho, si él o ella…, si aquello…Nos solemos olvidar del efecto mariposa del que nos hablan las películas de viajes en el tiempo. Aquello que consideramos positivo desencadenaría una reacción en cadena cuyas consecuencias son inimaginables, y que nos podrían conducir a un escenario mucho peor que en el que hemos vivido. Y por el contrario, puede que un cambio al que atribuimos un efecto trascendente en realidad sólo hubiera sido un breve paréntesis, algo bueno pero que hubiéramos perdido enseguida por torpeza o porque no era para nosotros, o que pronto hubiéramos descubierto que no estaba a la altura de nuestras ilusiones. 

Plantearse “que hubiera sido si” suele ser un entretenimiento al que nos dedicamos mientras eludimos la responsabilidad de cambiar el presente y el futuro. Como dijo el otro “y si mi abuela tuviera ruedas…”.